Bioincrustaciones: organismos que causan corrosión en el casco de las embarcaciones

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Los cascos de los barcos, especialmente aquellos hechos de madera como las embarcaciones tradicionales gallegas, actúan como plataformas de cría para una gran variedad de especies animales y vegetales del medio marino. Se pueden encontrar diversos tipos de organismos, unos de origen vegetal como el limo o las algas, y otros de origen animal como los moluscos o las esponjas. Todos ellos son conocidos de forma genérica como bioincrustaciones. Los primeros que aparecen son los limos, que tienen una importancia más destacable en las embarcaciones de madera que en las de materiales plásticos.

Embarcación en mantenimiento con bioincrustaciones en su obra viva.
Embarcación con muestras de bioincrustaciones en la obra viva

La proliferación de organismos marinos (fauna, flora y microorganismos) tiene efectos no solo en la propia embarcación y su estructura, sino también en su capacidad de navegación, ya que reduce su velocidad y aumenta el esfuerzo. En el caso de embarcaciones con motor este mayor esfuerzo puede cuantificarse en el consumo de combustible.

En lo que se refiere al efecto que tienen estos seres vivos en la embarcación, destaca la importancia de la corrosión del material. La mayoría desgastan la pintura y muchos destruyen la madera. Esta destrucción puede llegar a puntos realmente peligrosos para la navegación y la propia estructura de la embarcación. Y el hecho de que se elimine o dañe la pintura implica que se reduce el aislamiento del casco con el agua, lo que también terminaría por tener efectos nocivos importantes. Por todo esto, la revisión del estado del casco del barco no se hace únicamente cuando la embarcación se queda en tierra durante un largo periodo de tiempo, sino también en las épocas en que navega de forma habitual.

La frecuencia de estas revisiones depende en gran medida del tipo de embarcación, pero sobre todo del agua en la que se encuentra sumergido. Generalmente, se asocia una buena calidad de agua a una mayor cantidad y velocidad de incrustación en el casco. Esto se debe a que cuanto mejor es el agua y menor su contaminación habrá más cantidad de organismos habitando y desarrollándose en ella. Y esos organismos son los que buscarán nuevos lugares para crecer y reproducirse, en este caso concreto las embarcaciones. Así, en aguas poco contaminadas será necesario hacer una revisión del casco cada menos tiempo.

Revisión del estado del casco y la presencia de bioincrustaciones en la Punta Pragueira
Revisión del casco de la Punta Pragueira

Cómo revisamos y cuidamos el casco frente a las bioincrustaciones

En nuestros días se utiliza mucho el término “antifouling” para referirse a los sistemas anti-incrustación. Y probablemente parezca algo muy moderno, pero en realidad sabemos que lleva investigándose y desarrollándose desde hace muchos siglos.

Al fin y al cabo, parece lógico suponer que desde que hubo embarcaciones, especialmente si hacían viajes largos, éstas tendrían los mismos problemas que en la actualidad con los organismos incrustados en su casco.

Algunos autores cuentan que los vikingos observaron las propiedades biocidas del cobre y empezaron a usarlo en los cascos de las embarcaciones. ¿Cómo lo averiguaron? Resulta que sus escudos estaban hechos con cobre, y mientras navegaban los llevaban colgados por la borda de la nave. Con el paso del tiempo en el mar se dieron cuenta que en las zonas donde se encontraban los escudos no crecían organismos como sí sucedía en el resto de la obra viva. Así, después de un proceso de experimentación concluyeron que el cobre tenía la capacidad de eliminar estos organismos y empezaron a colocar láminas de cobre en los cascos de las naves.

También se recoge la presencia de cobre en embarcaciones de la Antigua Grecia, en este caso era habitual que cubrieran el espolón, situado en la proa de la nave. Lo usaban para golpear los barcos enemigos en su popa y provocar la entrada de agua en los mismos. De forma paralela a lo sucedido con los vikingos, estos navegantes observaron que, en las zonas recubiertas de metal con contenido en cobre, los organismos no crecían como en el resto del casco. Así, añadieron dicho metal en el resto del casco, con resultados variables, para tratar de reducir las incrustaciones.

De este modo, con el paso de los siglos, fueron desarrollándose diversas técnicas para repartir el cobre a lo largo del barco y de los lugares en los que habitualmente provocaban daños estos organismos.

Cuando se desarrollaron los motores de vapor y por combustión, los organismos marinos empezaron a penetrar en las embarcaciones a través de los sistemas de refrigeración por agua de los barcos. Lo más habitual es que, mientras son de pequeño tamaño durante su estado larvario, estos organismos penetren en lo canales de agua de las embarcaciones, quedándose allí y creciendo hasta provocar el taponamiento de esos conductos. Con el tiempo producirán además la corrosión de los materiales de los conductos, especialmente debido al aumento de contenido de oxígeno de las zonas donde están presentes estos organismos.

Para evitar la proliferación de estos animales, vegetales y bacterias en los conductos se utiliza una disolución con contenido en cobre que producirá reacciones químicas a partir de las que se recubrirán los conductos y que tienen como consecuencia la eliminación de estos organismos mientras aún se encuentran en estado larvario, antes de que se produzca daño en la embarcación. Paralelamente, para evitar las bioincrustaciones en los cascos de los barcos se utilizan pinturas con contenido en cobre o estaño, que dañarán los organismos nocivos para las embarcaciones y evitarán que se unan al casco.

Sin embargo, esto tiene un problema importante asociado: estos materiales son también nocivos para la vida en el mar. Y está claro que no se puede eliminar la biodiversidad de las aguas para navegar mejor o más rápido. Es por esto que, en la actualidad, deben utilizarse materiales de patentes (“autofouling”) que no sean nocivas para el medio ambiente.

Efectos y consecuencias de la bioincrustación.

Desde la perspectiva de los propietarios de embarcaciones está claro que lo más importante respecto a las incrustaciones es qué hacer para eliminarlas y reducir sus efectos. Pero no se puede olvidar que es esencial no afectar a la biodiversidad animal y vegetal de los mares en lo que navegamos. Por eso debemos cuidar los materiales y técnicas que utilizamos para cuidar y mantener nuestras embarcaciones, tratando de que tengan un impacto mínimo en los mares y que cumplan unas normas generales y cuidadosas con el medio.

Al mismo tiempo, los mismos organismos que viajan en las embarcaciones pueden ser un problema para la biodiversidad y el medio ambiente. En la actualidad, los humanos viajamos por todos los mares, recorriendo millones de kilómetros en un solo viaje y llegando a las costas de zonas no contaminadas o afectadas por especies de fuera. Así, cuando en los cascos de las embarcaciones viajan especies de animales y vegetales de unas zonas concretas, estas pueden soltarse y pasar a desarrollarse en esos nuevos terrenos inexplorados. Cuando estas especies foráneas son más agresivas o sencillamente no encuentran depredación en estos nuevos lugares… crecerán y cambiarán los ecosistemas a los que llegan. Son lo que llamamos especies invasoras y pueden provocar la extinción de otros organismos.

Por lo tanto, tener cuidado de las especies que navegan con nosotros es esencial para un buen viaje, pero también para mantener un equilibrio en los ecosistemas que visitamos.

Otra cuestión ambiental que debemos tener en cuenta es el impacto del calentamiento global. Ya que se ha comprobado que a mayor temperatura del agua mayor crecimiento de los organismos que se incrustan y crecen en los barcos. Por lo tanto, si tenemos cuidado de los mares, del ambiente y de la situación de contaminación global también podremos controlar mejor la calidad y cuidado de nuestras embarcaciones.

Algunas especies que podemos encontrar en nuestros barcos.

Tereda navalis

También llamado gusano de madera o broma, ya que es experto en perforar la madera para crear allí su guarida. En realidad, es un bivalvo, pero sus dos conchas están especializadas en perforar. Debido a este hábito es muy peligroso para los cascos de los barcos de madera, así como muelles y estructuras fabricadas con este material que se encuentren en el mar. Se encuentran por todo el mundo ya que a lo largo de los siglos se fue extendiendo adherido a los cascos de los navíos.

Imagen de individuos de Teredo navalis y el efecto que producen en la madera
La Broma y sus perforaciones. Fuente EcuRed

Percebe

Este crustáceo cirrípedo habita principalmente adherido a las rocas, pero debido a que las larvas son de vida libre pueden acabar por desarrollar su vida adulta pegadas a los cascos de las embarcaciones (así como grandes animales como las ballenas). Su acumulación en el casco reduce notablemente la velocidad de la navegación y el consumo de combustible, ya que altera la forma aerodinámica del barco. Además, puede llegar a suponer un aumento de peso considerable si no se llevan a cabo tareas de limpieza por largos periodos de tiempo.

Imagen de un grupo de percebes incrustados en cemento
Percebes incrustados en el puerto

Mejillón

Al igual que los percebes, estos moluscos bivalvos de colores oscuras pueden acabar pegados a los barcos, causando los mismos problemas. Hay especies de mejillones, como el chileno y el mediterráneo, que son especialmente reconocidas por convertirse en especies invasoras que viajaron incrustadas en embarcaciones mercantes.

Imagen de mejillones adheridos a la roca junto a otros moluscos semejantes
Mejillones junto a otros moluscos

Algas

Al contrario de lo que mucha gente piensa, las algas no son plantas. Pertenecen al reino de los protistas. Pueden aparecer en multitud de formas y tamaños. Así, las hay microscópicas, formadas por unas pocas células, y también hay especies que llegan a alcanzar decenas de metros de longitud. Algunas especies viven adheridas a las rocas o cualquier material sólido, por lo que también pueden pegarse en los cascos de las embarcaciones. Con su rápida tasa de crecimiento, enseguida pueden causar los problemas antes citados por la aparición del “fouling”. Del mismo modo que sucede con los mejillones y otros animales, se conocen tipos de algas que invadieron nuevos ecosistemas, como sucede con las algas asiáticas, que se encuentran actualmente en áreas diversas del planeta.

Si deseas saber más sobre bioincrustaciones te recomendamos:
https://www.imo.org/es/OurWork/Environment/Pages/Biofouling.aspx