Siguiendo la ruta de los faros de la Costa Ártabra desde el cabo Ortegal llegamos hasta A Coruña. En su extremo situado más al norte se encuentra el faro que, desde la época de los romanos, permanece señalando el camino a los marineros. Es la conocida Torre de Hércules, actual símbolo de la ciudad de A Coruña.
En la entrada anterior, recorrimos juntos la Costa Ártabra, parando en los siete faros que la representan. Empezamos en el Cabo Ortegal, con su faro de finales del siglo XX, pasando por Punta Candieira, con un faro que tardó veinte años en empezar a funcionar, y por la vanguardista torre de A Frouxeira, por ejemplo. Así, descubrimos los acantilados marinos más altos de España hasta llegar a Mera, desde dónde ya podíamos observar el faro de A Coruña.
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Historia de la Torre de Hércules
En la actualidad se fecha la construcción del faro en la segunda mitad del siglo I, a manos de los romanos a partir de una construcción previa, posiblemente un lugar de culto, de los pueblos naturales de la zona. Lo más probable es que el arquitecto encargado de esta obra fuera Gaio Sevio Lupo, ya que se conserva una inscripción conmemorativa con su nombre en la base de la torre.
El faro se hallaba en las proximidades de Brigantium, una de las urbes más occidentales del Imperio Romano, próxima a su Finis Terrae, y que con el tiempo evolucionaría hasta convertirse en la actual ciudad de A Coruña.
La construcción del faro por los romanos fue fruto de la necesidad de asegurar la navegación de la zona, ya que para aquella época su tráfico marítimo era muy frecuente, no sólo por la importancia comercial de Brigantium, sino también porque era una zona de paso para las armadas romanas que iban hacia Britania o a cualquier zona de la costa norte del Imperio.
Así, la Torre de Hércules marcaba el punto donde debían cambiar el rumbo de las proas de los barcos hacia el norte, ya que en aquella época los trayectos se realizaban bordeando la costa, o indicaba la entrada al Golfo Ártabro para aquellas naves que buscasen amarre o refugio.
Con la caída del Imperio Romano la actividad marítima de carácter comercial descendió mucho, por lo que, al desaparecer la necesidad de iluminar el horizonte, el faro acabó por caer en el abandono y la ruina con la llegada de la Edad Media. Además, empezaron a producirse incursiones normandas que llevaron al abandono casi total de Bigantium, ya que sus habitantes emigraron a posiciones menos expuestos a estos ataques.
Por lo tanto, durante esta época las ruinas del faro sólo servirían como torre de vigilancia para dar aviso a las localidades cercanas de la llegada de los normandos
Ya hacia el final de la Edad Media y con el descenso de los ataques enemigos por mar, en el año 1208 el asentamiento de Brigantium fue refundado, ya con el nombre de Coruña, por el rey Alfonso IX y repoblado con los habitantes de las poblaciones del entorno.
Los diferentes reyes fueron tomando medidas que favorecieron la prosperidad y el crecimiento de la población, llegando a obtener en el año 1446 el título de ciudad por Juan II. Durante esta época de resurgimiento de la población, la estructura del faro fue espoliada como fuente de piedra para otras construcciones, como el castillo de San Antón o las murallas de la ciudad.
A mediados del siglo XVI y con el florecimiento del comercio marítimo entre la Península y el resto de Europa y con los territorios americanos de reciente colonización, en Coruña aumentó la necesidad de tomar medidas para la recuperación de la torre, como evitar el espolio de sus piedras o la construcción de una escalera interna de madera.
Debido a la aparición del faro en las cartas náuticas de la época, es de suponer que las medidas tomadas le devolvieron al faro su función de guiar a las embarcaciones en sus travesías por la zona después de varios siglos con su luz apagada.
A finales del siglo XVII se le encargó a Amaro Antúnez, arquitecto coruñés, otra obra de mejora de la Torre de Hércules. Así, aparece un balcón en la parte superior y la estructura necesaria para soportar dos lámparas que funcionaban con aceite.
El afianzamiento del puerto de A Coruña como uno de los más importantes de la Península a finales del siglo XVIII y la situación en el mismo Golfo Ártabro del puerto de Ferrol, base de la armada española, llevaron a las autoridades a tomar la decisión de llevar a cabo una restauración y modernización completa del faro.
En enero de 1788, el Rey Carlos III autorizó esta restauración, que fue financiada por el Consulado del Mar. El proyecto se elaboró entre marzo y junio de ese año, por el ingeniero militar Eustaquio Gianninni, en estrecha colaboración con José Cornide, uno de los máximos exponentes de la Ilustración en Galicia. Esta restauración permitió que la restauración del faro, además de cumplir con los objetivos de mantener las funciones del faro, conservara en gran medida los restos romanos existentes en la estructura, convirtiéndose en un ejemplo de restauración respetuosa de un monumento antiguo.
A lo largo de los siglos XIX y XX el sistema de iluminación del faro se fue mejorando siguiendo los adelantos que se iban produciendo en el sector, destacando en 1847 la actualización del sistema de deflectores, o la electrificación del faro en el año 1927.
En el año 2009 el faro pasó a formar parte de la lista de Patrimonio Mundial, gracias a su alto grado de valor histórico y cultural, siendo el único faro romano que permanece activo en la actualidad.
Cómo es en la actualidad
El perfil exterior actual del faro es muy reconocible por todos. Se trata de una torre de base cuadrangular situada sobre una plataforma casi circular de 32,40 metros de ancho que la sitúa por encima del terreno. Por encima de la torre cuadrangular se sitúa otra sección, ya perteneciente en exclusiva a la restauración del siglo XVIII, más estrecha y con planta octogonal. Esta fracción está coronada a su vez por otra sección más estrecha aún y también octogonal, que alberga la lámpara del faro en su cúpula acristalada, y por un característico pináculo en el lado sur occidental que contiene una escalera para acceder a la lámpara y que sirve también como base para el pararrayos.
Cada uno de los cuatro lados de la base de la torre mide alrededor de 11,75 metros aproximadamente, sobre los cuales se yerguen los 55 m de altura total del faro. De esta altura, a la construcción original le corresponderían 34 m, y los 21 m restantes son en exclusiva de la restauración.
La estructura original se encuentra oculta bajo la fachada que se le añadió en el siglo XVIII, y posee 3,2 metros que se encuentran enterrados bajo la plataforma sobre la que se sitúa el faro, la cual fue añadida a comienzos del siglo XIX.
En el año 1992 se realizaron trabajos arqueológicos en la base de la torre, lo que permitió la datación de la misma, así como el descubrimiento de varios objetos de origen romano y de la inscripción conmemorativa perteneciente al supuesto arquitecto encargado de la construcción del faro.
En la actualidad, además de ejercer la función para la que fue creada, la Torre de Hércules es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad de A Coruña, acercándose a ella miles de visitantes todos los años.
Para incrementar el atractivo turístico del faro, la península en la que se sitúa se encuentra totalmente preparada para acoger a los visitantes y proporcionando multitud de puntos de interés, Así existen varias rutas que recorrer, un rico parque escultórico e el característico mosaico circular de 25 metros de diámetro que representa una rosa de los vientos.
Sabías que…
A pesar de que el faro se llame Torre de Hércules, en su origen nada tenía que ver con este héroe. Fue Alfonso X el Sabio quien cuenta en una de sus obras que la torre fue construida por Hércules. Posteriormente, otros autores crearon historias basadas en esta afirmación y el nombre de Hércules ya quedó asociado con el faro para siempre.
Otra leyenda de origen irlandés cuenta que la torre fue levantada por el héroe mitológico Breogán, quien está representado en una de las esculturas del entorno del faro, después de someter a los pueblos de la zona y fundar Brigantium.
En 1858 la reina Isabel II tenía planeada una visita al faro. Para tal acontecimiento se realizaron varias obras menores de embellecimiento para acoger a la monarca, como la colocación de papel estampado y de falsos techos de madera que ocultaban las cúpulas romanas. Finalmente, la reina canceló la visita y estos elementos quedaron instalados casi medio siglo, hasta que en el año 1905 fueron retirados gracias a las quejas de visitantes e intelectuales.
Si quieres subir al faro tendrás que superar un total de 244 escalones. Ese es el precio por hacer cumbre en el cuarto faro más alto de España, sólo superado por el faro de Chipiona, el faro de Morro Jable y el faro de Maspalomas.
Y con esto llegamos al final de este pequeño viaje, ¡pero haremos más juntos!
Si tienes curiosidad, ¡nos vemos para la próxima! Mientras, recuerda que puedes visitar la costa de A Coruña en nuestro Galeón Punta Pragueira: contáctanos en Marabaixo.
Si quieres hacer el Camino de Santiago, estos faros forman parte del llamado Camiño do Mar, una adaptación del conocido Camino Inglés. Puedes consultar itinerarios en el siguiente enlace: https://www.caminodesantiago.gal/es/planifica/las-rutas/camino-ingles