En las entradas anteriores hablamos sobre algunos de los faros más conocidos de Galicia, como la famosísima Torre de Hércules. Los faros son, en esencia, balizas de señalización activa que emiten una señal luminosa y, en casos concretos, también sonora. En la actualidad esta no es la única función de los faros, pero sigue siendo su objetivo principal.
Así, las balizas son objetos que indican o señalan un lugar geográfico o un potencial riesgo. Pueden ser balizas activas como los faros, o pasivas, que no emiten ninguna señal, como las boyas náuticas, sobre las que hablaremos en esta entrada.
Las boyas de señalización náutica o boyas marítimas se definen, por lo tanto, como balizas flotantes generalmente ancladas al fondo del mar para evitar que pierdan su posición concreta. Aunque tienen distintas finalidades, sus objetivos principales pueden resumirse en orientar y proteger las embarcaciones y a los navegantes, señalando objetos sumergidos, permitiendo la estabilización del navío y evitando colisiones.
Índice de contenidos
Tipos de boyas marítimas
- Boyas de fondeo: funcionan como guía, marcando las zonas marítimas donde se puede navegar de manera segura. Están legisladas a nivel internacional por el Sistema de Balizamiento Marítimo.
- Boyas salvavidas: son boyas que van unidas a las embarcaciones y tienen como finalidad ser lanzadas al mar en caso de que sea necesario socorrer a una persona del mar.
- Boyas DART: boyas de señalización específica para tsunamis y maremotos. Detectan movimientos en las mareas que avisan con cierta antelación de un posible tsunami.
- Boyas de señalización de zonas de recreo: su presencia es habitual en zonas de baño, como playas y otras áreas de recreo. Limitan las zonas en las que las embarcaciones pueden navegar, separándolas de los bañistas y limitando así los accidentes. Generalmente son llamativas, para facilitar su visibilidad, y tratadas para que sean tan duraderas y resistentes como sea posible.
- Boyas de amarre: se utilizan para amarrar embarcaciones fuera del pantalán. Son macizas y deben estar bien aseguradas al fondo, para mantener su posición frente al clima. Especialmente diseñadas para resistir tanto temporales como colisiones. Las boyas meteorológicas y oceánicas pueden incluirse en este tipo, ya que además de tomar medidas son boyas de amarre.
- Boyas articuladas: normalmente se sitúan en zonas de poco calado y poco espacio, como indicación para las embarcaciones y regulación del tráfico de las mismas. Están hechas a medida para las zonas en las que se localizan.
- Boyas para submarinistas: deben ser utilizadas por submarinistas y nadadores de aguas abiertas, ya que señalan su posición y ayudan a ser advertidos desde las embarcaciones. Son, usualmente, ligeras y de fácil transporte y manejo.
- Otras: sonoboyas, para localizar submarinos; correntómetros, que miden la velocidad de las corrientes; respondedoras, emiten respuestas concretas en función de la situación en la que se encuentre una embarcación.
De acuerdo al material con el que están fabricadas las boyas marítimas, que normalmente también van vinculadas a sus usos, podemos distinguir otras boyas como:
- Boyas de acero: tienen una estructura tradicional, que se mantiene desde hace tiempo. Necesitan flotadores, que son tratados para aumentar su tiempo de vida.
- Boyas de polietileno: los flotadores de este material tienen buena estabilidad y van acompañados de partes metálicas. Son boyas muy versátiles, ya que se pueden personalizar para adaptarlas a muchos usos.
- Boyas de espeque: son boyas hechas de elastómero, pequeñas y ligeras. Son visibles y de instalación sencilla, con un flotador elástico y ligero. Son boyas muy resistentes a los impactos.
- Boyas de elastómero: son muy estables y difíciles de hundir, incluso frente a grandes impactos. Son resistentes a las deformaciones.
Funciones de distintas boyas marítimas.
Como ya comentamos en la introducción y en la breve descripción de los distintos tipos de boyas, éstas tienen dos finalidades esenciales. Una de ellas es la señalización y la otra la defensa.
Señalizan diversas localizaciones, desde puntos de amarre separados de los pantalanes, hasta restos de naufragios. Quizá las boyas de señalización náutica más importantes son las que nos indican los canales navegables, que todo marinero debe conocer.
Sin embargo, no se deben descuidar aquellas boyas marítimas que nos indican la presencia de submarinistas, ya que se encuentran en una situación especialmente vulnerable respecto a las embarcaciones. También son interesantes las boyas que señalan la presencia de nasas y otras artes pesqueras.
Otro tipo de señalización es la de las boyas marítimas meteorológicas y oceanográficas, por aportar datos de interés científico. Estos datos los utilizamos de forma inconsciente en nuestra vida diaria, por ejemplo cuando consultamos las previsiones del tiempo.
En lo que se refiere a la defensa, implica tanto a las embarcaciones como a las propias estructuras portuarias. Así, se utilizan en los barcos para protegerlos frente a colisiones con otras embarcaciones o incluso con las propias zonas de amarre. También están situadas en los muelles, para facilitar los atraques. Las características de estas boyas varían dependiendo del tamaño y características de las embarcaciones que atracan en ese puerto.
La importancia de una boya de calidad y de una localización adecuada.
Las boyas marítimas que deben utilizarse en circunstancias concretas están definidas y legisladas, y así, de la misma forma que el Sistema de Balizamiento Marítimo regula la señalización de los canales navegables, también determina las boyas que debe llevar cada tipo de embarcación. Así un navío debe seguir la normativa internacional del RIPA y la nacional siguiendo la Ley Nacional de Navegación Marítima del país en el que navegan.
Paralelamente, los pescadores deben seguir unas normas para marcar los lugares donde dejan las nasas o el paso de las redes, por ejemplo. De manera semejante, en los puertos las boyas marítimas y otras señalizaciones siguen una legislación concreta, establecida a nivel nacional e internacional.
Así, además de la legislación pertinente, deben cumplirse unos estándares de calidad en cuanto al material utilizado, así como de cuidado en la localización de las boyas. Esto tiene como objetivo dos puntos esenciales: aumentar el rendimiento para minimizar costes y proteger el medio en el que se sitúan estas balizas.
Hace unos años se encontró una boya gallega, perteneciente a un pescador de la ría de Muros y Noia, en las costas de las Islas Canarias. Esta boya náutica, hecha artesanalmente para mejorar su calidad y durabilidad, navegó a la deriva durante aproximadamente un año, hasta alcanzar las costas canarias. Este suceso tan especial e improbable pone en relieve la importancia que tiene no dejar nada a la deriva, ya que al final el mar se queda con todo lo que nos dejamos atrás. Por eso es tan importante asegurarnos de la calidad, resistencia y sujeción de nuestras boyas marítimas.
Por otra parte, ya indicamos que las boyas marítimas habitualmente están ancladas al fondo por un peso (al que llamamos muerto) y una cadena. Este amarre es esencial porque es lo que permite que la boya mantenga su posición, lo que es básico en los casos en que esta boya tiene como finalidad marcar o controlar características de una localización concreta, como sucede en las boyas de señalización marítima. En aquellas situaciones en las que las boyas funcionan como amarres de embarcaciones que no se muevan y resistan las condiciones meteorológicas más desfavorables es también algo fundamental.
Por todo esto, debe cuidarse no solo la calidad del material utilizado sino también un buen estudio del lugar donde se va a situar ese peso. Cuando se posa en una zona de algas, por ejemplo, se corren dos riesgos importantes: dañar el ecosistema al matar esas algas y la vida que las rodea, y el posible desplazamiento de esa boya y su muerto por deslizamiento en una superficie poco apropiada.
La boya del Chino.
Se conoce como “boya del Chino” a la baliza que señala el pecio del barco Rytterholm, que se hundió en el año 1976 a la altura de San Amaro. Los restos de esta embarcación se localizan a 30 metros de profundidad y son uno de los más visitados de Galicia.
El Rytterholm era un barco mercante que, tras una serie de problemas con su carga provocados por un importante temporal, intentó atracar en el puerto. Sin embargo, debido a los riesgos de ese mismo temporal eso no fue posible. Al final el barco empezó a hundirse cerca de las costas de A Coruña, por lo que se inició una operación de rescate de la tripulación.
En esta operación todo iba bien y la tripulación pudo salir de la embarcación y llegar a puerto, con una única excepción: el cocinero chino del barco. Cuando intentaron sacarlo afirmó que no iba a abandonar su barco y acabó por hundirse con él.
Así, hoy en día una boya marítima marca el punto del naufragio, donde se encuentran los restos de la embarcación, y también cumple una finalidad orientativa para marcar el camino a las embarcaciones. Y es por el sacrificio de este tripulante, que más de cincuenta años después del naufragio sigue conociéndose como la “boya del Chino”.
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